domingo, 31 de diciembre de 2017

LOS PREMIOS NOBEL DESDE EL LADO FEMENINO

“Hace treinta años que me propuse conseguir un objetivo científico muy ambicioso. Me recordaron que, durante veinte años, los mejores laboratorios de todo el mundo lo habían intentado sin éxito y añadieron que cómo iba a conseguirlo entonces una chica perdida en un remoto laboratorio de Oriente Medio” Ada E. Yonath.

En la mayoría de los casos, ganar un premio es un reconocimiento a una labor bien hecha. Pero ganar un premio tiene la importancia añadida de dar siempre visibilidad a las personas que lo consiguen. Si además ese premio es el Nobel, la visibilidad se hace estratosférica. Durante las semanas posteriores a la concesión del premio, las personas premiadas pasan de ser conocidas en su entorno de trabajo a estar en el centro de los medios de comunicación, y por lo tanto, a ser conocidas por la sociedad. ¿Qué imagen se transmite de la ciencia tras las fotos de las personas premiadas fundamentalmente hombres? ¿Es proporcional el número de hombres y mujeres que se dedican a la investigación con el número de mujeres y hombres que son premiados al más alto nivel? ¿Podemos pensar que el número superior de hombres premiados sobre mujeres se traduce de manera proporcional en un mayor número de éstos en investigación? ¿Podemos llegar a asociar ese mayor porcentaje de hombres premiados a una mayor capacidad profesional?

Pero tomemos el ejemplo indicado, los premios Nobel. Podemos ver la lista de premiados a lo largo de sus 116 años de historia y observar la relación entre el número de mujeres y hombres que han recibido el galardón. La tabla inferior, centrada en las mujeres premiadas en áreas científicas y mostrando un número extremadamente bajo, muestra como las áreas de investigación básica (física y química) presentan un número mucho más bajo que el área más aplicada de fisiología y medicina.


Tras 116 años de historia de los premios Nobel, desde 1901, 18 investigadoras han conseguido alzarse con el deseado galardón. Eso significa una mujer premiada en campos científicos cada 6 años. Y si ya de por sí 18 galardonadas pueden parecer escasas, al compararlo con el número de premiados masculinos en el mismo período y campos científicos los resultados son todavía más esclarecedores como se muestra en esta otra tabla.


Algo más de un 5% de los premiados en fisiología y medicina son mujeres, un paupérrimo 2% son las mujeres premiadas en química y el dato más asombroso se alcanza en física donde no se llega al 1% las mujeres que han sido premiadas. Se podría esgrimir la justificación del retraso histórico de la mujer con respecto al hombre en el acceso a la formación superior y a los centros de investigación, pero el informe She Figures 2015 lo deja bien claro. Carlos Moedas, Comisario europeo de Investigación, Ciencia e Innovación, indica en el informe que las europeas están sobresaliendo en la educación superior pero solo representan un tercio del personal de investigación15. Eso significa que algo más del 30% del personal de investigación son mujeres. Porcentaje muy lejano al de las premiadas en los Nobel. Parece que las investigadoras llegan al punto de salida que es la educación superior pero no despegan posteriormente en los centros de investigación que son la rampa de lanzamiento para la obtención de los grandes premios. La idea del techo de cristal y el suelo pegajoso para la labor de las investigadoras vuelve a estar muy presente. 

Maria Goeppert Meyer
(Imagen: www.Eldiario.es)
Observando las tablas anteriores, un caso especialmente asombroso es el del Nobel de Física. Solo 2 laureadas en los 116 años de historia del premio y la última de ellas, Maria Goeppert Meyer (1906–1972), hace más de 50 años. Como en todos los premios, el Nobel siempre ha ido acompañado de controversia en su entrega. Solo tres ganadores por premio hace que en las disciplinas científicas, donde desde hace muchos años se trabaja en grandes grupos de investigación, el premio deje fuera a muchas personas involucradas en los logros científicos premiados. Por otro lado, hay una cierta falta de transparencia al no poder conocer los nominados, y quién los nomina, hasta que pasan 50 años de su nominación.

Jocelyn Bell Burnell
(Imagen:www.new.trinity.edu
Con respecto a la ausencia de investigadoras premiadas con el Nobel de Física se puede destacar, por ejemplo, el caso bien conocido de una investigadora que no fue premiada, y sin embargo, su aportación fue determinante para el desarrollado de una investigación que sí sería galardonada con el premio. Este caso fue el de Jocelyn Bell Burnell en 1974. Ese año, Anthony Hewish y Martin Ryle (1918-1984) fueron premiados con el Nobel de Física. M. Ryle por sus observaciones e inventos, en particular de la técnica de síntesis de apertura, y A. Hewish por su papel decisivo en el descubrimiento de los púlsares. Jocelyn Bell Burnell era la estudiante de doctorado de Hewish y realizó el análisis de miles de datos, a veces de forma muy rudimentaria, hasta descubrir el primer púlsar en agosto de 1967. Más tarde detectaría la señal de otros 7 púlsares más. Gran parte de la comunidad científica se preguntó en su momento por qué no fue galardona si participó de manera decisiva en la investigación premiada. Las razones que se esgrimieron en su momento para no incluirla en el premio fueron, por un lado, el máximo de tres galardonados por campo, y por otro, no poseer el título de doctora en el momento de la concesión. Ninguna de estas razones convenció a una parte importante de la comunidad científica que no aceptó de buen grado la situación. 

En una entrevista en 2013, Jocelyn Bell Burnell dio una visión de cómo era la investigación en aquellos años de su descubrimiento, “Antes, los grupos de investigación estaban compuestos por un Senior Man, que siempre era un hombre, para el que trabajaban un montón de estudiantes que no necesitaban pensar. El Senior pensaba y el resto hacía lo que él les pedía.” En primer lugar, hay que darse cuenta que Jocelyn Bell Burnell está hablando de la forma de trabajar en investigación hace apenas 40 años. Un gran jefe, hombre, que manda y dispone. Por otro lado, tal vez esa supeditación al Senior Man, que como indica la investigadora era siempre un hombre, justifica el hecho de que nunca Jocelyn Bell Burnell mostrara en las entrevistas que se hubiera sentido infravalorada a la hora de no recibir el premio Nobel de Física. Desde esa estructura de trabajo en los laboratorios de los años 70, ¿por qué una persona que solo recibe órdenes en su trabajo va a creer que merece un premio como el Nobel?

Pero la astrónoma Jocelyn Bell Burnell no es la única. Además, existen otros casos de mujeres cuyo trabajo fue fundamental para el desarrollo de los descubrimientos que fueron premiados con un Nobel.

Lise Meitner
(Imagen:www.wikipedie.es)
En 1944, Otto Hahn (1879-1968) recibió el premio Nobel de Química por el descubrimiento de la fisión nuclear. La física atómica austroalemana Lise Meitner (1878-1968) no fue premiada a pesar de que sus aportaciones fueron claves para el éxito del descubrimiento. Curiosamente, Lise Meitner fue propuesta para la concesión del premio Nobel de Física en 1924 y 1925. Además, en 1936 se la propuso para el Nobel de Química. Ninguna de las tres propuestas llegó a buen término. 

Sin embargo, sí gozó del reconocimiento de otros premios. Lise Meitner recibió, por ejemplo, el premio Enrico Fermi o la medalla Max Planck. Incluso, con el tiempo, la investigadora recibió el reconocimiento de la comunidad científica en forma de elemento químico. Es el caso del científico alemán Peter Armbruster, codescubridor del elemento químico meitnerio, afirmó que “El nombre meitnerio busca hacer justicia a una víctima del racismo alemán y dar el justo crédito a una vida y trabajo científico.”

Chelín-Shiung Wu
(Imagen:www.nsf.gov)
En 1957, Tsung Dao Lee y Chen Ning Yang recibieron el Nobel de Física por sus estudios sobre el comportamiento de los procesos subatómicos bajo reflexión especular que implicaban la no conservación de la paridad en la interacción débil. La física de partículas, Chein-Shiung Wu (1912-1997), conseguiría la demostración de esos estudios a través de un complejo trabajo empírico. No sería galardonada por ello junto con Tsung y Chen. Al igual que ocurrió con Lise Meitner, aunque no recibió el premio Nobel, Chein-Shiung Wu sí recibió otros honores. Entre ellos se puede destacar: miembro de la Academia Nacional de Ciencias (1958), Premio Wolf otorgado del Estado de Israel (1978), el Premio de Investigación de la Corporación (1958) o el Premio Tom Bonner de la Sociedad Americana de Física (1975) de la que fue la primera mujer ser presidenta. En 1998, entró en el Salón de la Fama Nacional de la Mujer de América.

Los casos de Lise Meitner y Chein-Shiung Wu son dos ejemplos de la importancia de ciertos premios para conseguir visibilidad. Ambas consiguieron múltiples premios conocidos en el ámbito científico. Sin embargo, el Nobel, el premios de los premios en cuanto a visibilidad frente al gran público les fue negado. ¿Qué hubiera sucedido si hubieran sido premiadas? Obviamente se hubieran convertido en figuras conocidas por el gran público y hubieran sido durante los siguientes años referentes para múltiples estudiantes femeninas que iniciaban, o pensaban si iniciar, su formación académica en ciencias rodeas de hombres. Hombres en los bancos de los alumnos. Hombres en el claustro de profesores. Hombres en los libros de texto. 

Aunque como hemos visto, el número de premiadas con el Nobel en campo científicos es muy escaso, no será hasta el año 2013 cuando se intente dar una explicación a este hecho. El punto de partida será la asombrosa sequía femenina relacionada con el Nobel de Física. En 110 años, dos premiadas. La respuesta será el Informe Blind Ambition de las investigadoras Susan White y Rachel Ivie. Las conclusiones acabarán salpicando fuera del premio Nobel y de las ciencias físicas.

sábado, 30 de diciembre de 2017

LA SUPUESTA AUTORIDAD CIENTÍFICA MASCULINA

“Desde niña tuve el empeño de estudiar. Mi padre quería casarme bien, que fuese buena esposa, buena madre... Y yo me negué. Me planté y le confesé que quería estudiar...” Rita Levi-Montalcini.

Todos creemos en la igualdad entre el hombre y la mujer. Todos somos defensores de la necesidad de equidad entre la mujer y el hombre en la sociedad. Por lo menos en público. Cuando aparecen comentarios públicos contrarios a esta igualdad suelen producirse contestaciones rápidas de repulsa por parte de la sociedad. Por lo menos de una parte de la sociedad. Hay otra que permanece callada. Podemos tomar como ejemplo las palabras de eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke, de marzo de 2017, sobre la igualdad salarial: "Por supuesto que las mujeres deben ganar menos que los hombres. Porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes, y por eso tienen que ganar menos”. Muchas personas dijeron en su momento que el eurodiputado era conocido por sus polémicas machistas y racistas o por tener una orientación política de extrema derecha. Parece que eso es suficiente para justificar lo que de por sí es injustificable. En el mes de noviembre de ese mismo año, el eurodiputado volvió a la carga al echar la culpa de la baja natalidad en Europa a que “todos se empeñan en que la mujer trabaje fuera de casa”. Hubo grupos parlamentarios que contestaron rápidamente a estos exabruptos del eurodiputado polaco pero hubo otros que, de nuevo, callaron. Y como ya sabemos, el que calla otorga.

La famosa polémica del eurodiputado polaco de marzo de 2017 se inició cuando éste realizó una intervención empezando con esta pregunta “¿Sabe usted cuántas mujeres hay entre los primeros cien jugadores de ajedrez? Se lo diré: ninguna”. Al leer estas palabras no logré entender qué tiene que ver la velocidad con el tocino, o lo que es lo mismo, el ajedrez con la igualdad salarial. Pero rápidamente me vino a la memoria un razonamiento muy parecido que hizo un eminente científico, el padre de la evolución, Charles Darwin. Es el famoso comentario de las dos listas con nombre de hombres y mujeres eminentes. ¿Y si a lo largo de la Historia de la Ciencia hay momentos parecidos a los vividos en la Eurocámara?

Si nos damos un paseo por la historia de la Ciencia y leemos los comentarios de algunos eminentes científicos sobre la aportación femenina al desarrollo de la Ciencia y la investigación, el resultado no es del todo halagador. Obviamente, estos comentarios no quedan restringidos al campo científico sino que lo sobrepasa y muestran la valoración de la mujer en la sociedad ¿Son producto del tiempo en que vivieron o son el resultado de algo más profundo e intemporal que ha existido y existe en nuestra sociedad?

Charles Darwin
(Imagen: www.biography.com)
Charles Darwin (1809-1882), en “El origen del hombre” (1871) planteaba la idea de hacer dos listas con los hombres y mujeres más eminentes en distintos campos científicos y no científicos y tratar de compararlas para obtener conclusiones sobre la capacidad intelectual de ambos. Para el padre de la evolución, las dos listas no tendrían comparación y mostraban de forma clara y sin atisbo de duda la preeminencia mental del hombre sobre la mujer. Además, apoyándose supuestamente en las leyes de la estadística llegaba a la conclusión de que la capacidad intelectual del hombre supera a la de la mujer. ¿Qué más daba que las situaciones de partida histórica de hombres y mujeres no fuese igual desde cualquier punto de vista social, económico o académico? ¿Qué más da que el ajedrez nada tenga que ver con la capacidad de hombres y mujeres? Muchas personas tienden a justificar estas palabras diciendo que Charles Darwin era un hombre del siglo XIX, crecido en la época victoriana. Producto de la sociedad en que vivió y de la educación que recibió, podríamos creer que el tiempo sería el remedio a las mismas. ¿Era cuestión de tiempo, entonces, que cambiase la forma de pensar con respecto al género? 

Santiago Ramón y Cajal
(Imagen: www.biography.com)
Avanzamos en nuestro paseo y nos situamos a caballo del siglo XIX y el XX. Aquí nos encontramos con el ilustre Nobel en Medicina y Fisiología, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Nuestro investigador afirmaba en 1932 que el hombre y la mujer no eran iguales sino complementarios y que ciertos trabajos eran fatales a la salud femenina. Este tipo de trabajos, en palabras del eminente científico, podrían producir a la larga una hembra abortada. ¿Hombres y mujeres complementarios? ¿Qué significaría para nuestro eminente investigador una hembra abortada? De estas palabras solo hace menos de un siglo. Podemos aferrarnos a la misma idea que con Charles Darwin, ¿era cuestión de esperar más tiempo para que las cosas cambiaran? ¿llegaría a lo largo del siglo XX la solución?

James Watson
(Imagen: www.biography.com)
Seguimos con nuestro paseo histórico y llegamos a los años 60 del siglo XX. Los años definidos en ocasiones como de la liberación en muchos aspectos de la sociedad. Son los años de la eclosión de los derechos civiles por todo el mundo. Aquí nos encontramos con otro premio Nobel en Fisiología y Medicina, James Watson. En su famoso libro “La doble hélice” hace una descripción de Rosalind Franklin (1920-1958) muy alejada de lo que cabría esperar sobre la responsable de la famosa fotografía 51 que sería la clave para desentrañar la estructura del DNA. En su libro, el famoso investigador se explaya a gusto con párrafos como “No obstante bastaba con fijarse en ella para saber que no se doblegaría con facilidad. Se abstenía deliberadamente de realzar sus cualidades femeninas. Aunque sus rasgos eran algo angulosos no carecía de atractivo, y si hubiera prestado un poco más de interés a su modo de vestir habría resultado deslumbrante. Pero no lo hacía. Nunca había carmín en sus labios que contrastara con sus cabellos negros y, a sus treinta y un años, su atuendo no demostraba más imaginación que la de las adolescentes inglesas de medias azules. Resultaba fácil verla como producto de una madre insatisfecha que pensaba que una carrera profesional podía salvar a una muchacha brillante de casarse con algún hombre estúpido”. Desde el punto de vista de las relaciones de género, el texto no tiene ningún desperdicio. ¿Doblegar? ¿Cualidades femeninas? ¿Sin carmín? ¿Atuendo adolescente? ¿Producto de una madre insatisfecha? Incluso, me pregunto en quién pensaba James Watson cuando se refería a un hombre estúpido. Eso sí, ninguna referencia profesional a la cristalógrafa que realizó una de las fotografías más importantes de la ciencia. En el libro, la figura de Rosalind Franklin queda reducida a su aspecto físico y a su enfrentamiento personal con Maurice Wilkins (1916-2004). 

Bruno Bettelheim
(Imagen: www.biografiasy vidas.com)
Durante esta misma década del siglo XX, la autoridad masculina en la ciencia viene defendida desde otros campos como la psicología. Aunque en la actualidad los trabajos del psicólogo Bruno Betthelheim (1903-1990) sobre autismo y problemas mentales infantiles esté sujeto a una fuerte polémica, en los años 60 sus trabajos gozaban de un importante reconocimiento. En 1965, el psicólogo de origen austriaco escribía “Todos debemos comprender, en primer término, que si las mujeres quieren llegar a ser buenos científicos o buenos ingenieros, deben ser, antes que nada y ante todo, compañeras femeninas del hombre y madres.” ¿Volvemos a la idea de la mujer como persona complementaria del hombre, defendida por Ramón y Cajal? ¿La mujer como madre y esposa fundamentalmente?¿Habría leído el eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke las ideas de Bruno Betthelheim para encontrar las causas de la baja natalidad europea?

Lawrence Summer
(Imagen: www.harvard.edu)
Seguimos nuestro paseo cambiando de siglo. Año 2005. Lawrence Summers, economista que en ese momento era el presidente de la prestigiosa Universidad de Harvard daba una conferencia sobre la diversificación en la ciencia y la tecnología. En cierto momento de la misma, L. Summer sugirió que las diferencias innatas entre hombres y mujeres podían ser la explicación al escaso número de mujeres que ocupan posiciones importantes en matemáticas y ciencias. El presidente de Harvard atribuyó esta supuesta superioridad del sexo masculino, entre otras, a razones genéticas. A falta de algún estereotipo más, también apuntó a la maternidad como una de las causas de esta diferencia de reconocimiento entre los sexos. Volvemos a preguntarnos ¿Diferencias innatas? ¿Razones genéticas? ¿la maternidad como un problema laboral? Las reacciones no se hicieron esperar y, por ejemplo, la prestigiosa investigadora Nancy Hopkins, que también estaba invitada al evento, abandonó el recinto donde se estaba celebrando. Finalmente, debido al fuerte rechazo que produjeron sus palabras en parte del claustro de profesores de Harvard, Lawrence Summer dimitió de sus puesto no sin antes insistir durante un año, por activa y pasiva, que él solo se había limitado a mostrar todos los puntos de vista respecto del tema de la conferencia. A veces, se olvidan las personas que no todos los puntos de vista son defendibles, y más, cuando se ha demostrado en más de una ocasión que son erróneos y se apoyan en ideas que son falsas.

R. T. Hunt
(Imagen: www.nobelprice.org)
Por fin, terminamos nuestro paseo en el año 2015. Otro de los laureados con el premio Nobel de Fisiología y Medicina, Richard Timothy Hunt, muestra su opinión sobre la presencia de las mujeres en la investigación durante una conferencia mundial de periodistas científicos en Seúl. Ante una atónita audiencia, el investigador habla de los inevitables enamoramientos entre compañeros, de la mala aceptación de las críticas por parte de las investigadoras y de su apuesta personal por laboratorios segregados por sexo por el bien del trabajo en investigación. Utilizando sus propias palabras: “Déjenme que les cuente mi problema con las mujeres. Pasan tres cosas cuando están en el laboratorio: te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti y, cuando las críticas, lloran.” Supongo que Timothy Hunt se convertiría a partir de ese momento en una de las fuentes de referencia para Janusz Korwin-Mikke. Todo un premio Nobel hablando de segregación por sexo en pleno siglo XXI. Empezamos por los centros de trabajo y ¿dónde acabamos? ¿en los centros educativos? ¿No podía el premio Nobel recurrir a estereotipos más infantiles y trasnochados como el enamoramiento y el supuesto carácter de las mujeres?

Tras la gran polémica levantada por sus palabras, el laureado investigador pidió disculpas aunque se mantuvo en la defensa de lo dicho y lo achacó todo a un mal entendido. Como reflexionó María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, al conocer la noticia "En un momento histórico donde nos preguntamos como sociedad civil qué hemos hecho mal en los últimos 50 años para que la brecha de género todavía sea tan inaceptablemente grande en todas las profesiones y en todos los sitios del mundo, y buscamos las claves para cambiarlo, las declaraciones de Tim Hunt parecen sorprendentes". Pero también hay personas que defendieron al premio Nobel. El político conservador y alcalde en ese momento de Londres, Boris Johnson, dijo “Tim Hunt estaba haciendo lo que ha hecho toda su vida: señalando un fenómeno natural que había observado”. ¿Sabe Boris Johnson lo que es un fenómeno natural? Su propia mujer, la prestigiosa inmunóloga Mary Collins, le defendió con frases como “Tim se encarga de todas las compras y de cocinar” (cuando la investigadora está de viaje) o “Pero realmente fue parte de su educación. Fue a una escuela de niños en la década de 1960.” ¿A estas alturas compartir las tareas domésticas es un salvoconducto contra el sexismo? ¿Volvemos a escudarnos en la escuela de nuestra infancia sin que nada hayamos aprendido después?

A la vista de este paseo histórico, la pregunta sigue estando presente ¿es solo cuestión de tiempo o hay más elementos a tener en cuenta para salvar la brecha de género que señalaba la investigadora María Blasco? Desde Charles Darwin a Richard Timothy Hunt han pasado unos muchos años pero la falta de equidad en la valoración de los méritos sigue estando presente.

viernes, 29 de diciembre de 2017

NO ERAN COSAS DE MEIGAS

"Fuimos los últimos en Europa en ejecutar a una mujer por brujería. Es una mancha en nuestra historia. Debemos hacer algo para borrar esa mancha." Walter Hauser

Museo dedicado a Anna Goeldi y su asesinato
(imagen www.yoreme.wordpress.com)
En 1782 se ejecutó a la última bruja en Europa. En pleno Siglo de las Luces, Anna Goeldi fue ajusticiada por bruja en Suiza. Sin embargo, la brujería sería la excusa que se emplearía para asesinar a esta mujer. La verdadera razón hay que buscarla en el miedo de un hombre llamado Jakob Tschudi a ser acusado del delito de adulterio por Anna Goeldi, tras despedirla como criada en su casa. Ante el miedo a la denuncia, Jakob Tschuli se adelantó acusando a Anna Goeldi de brujería. La inocente mujer tras ser torturada en múltiples ocasiones por las autoridades civiles y eclesiásticas, sería ejecutada bajo la acusación de brujería. ¿Cuántas veces antes se había empleado la excusa de la brujería para ejecutar a una mujer? Anna Goeldi no puede ser clasificada como bruja en el sentido histórico y de género de la palabra. No era una sanadora o una partera, por ejemplo. Sin embargo, el miedo de una sociedad a una palabra como brujería le hizo perder la vida.

Por desgracia, en general, las brujas eran mujeres de extracción social baja y no han dejado testimonios escritos de su propia historia. Su historia nos ha llegado a través de los relatos de una clase social alta e instruida, que curiosamente fue su máxima perseguidora. Eso solo asegura un relato tergiversado e interesado de los hechos.

El término bruja ha tenido y tiene una fuerte carga peyorativa en la sociedad. Sin embargo, basta con leer un poco sobre la historia de estas mujeres para darse cuenta de dos cosas: por un lado, participaron en el desarrollo de la ciencia de forma decisiva y por otro, desarrollaron una labor social muy importante en los lugares donde vivieron. Ayudaron, y fueron fundamentales, para el desarrollo de la Farmacología, la Medicina o la Química. Entonces, ¿por qué fueron perseguidas hasta la muerte y han quedado desdibujadas bajo la compañía de calderos, escobas y gatos negros? ¿Qué podía tener un conjunto de mujeres para generar esa respuesta irracional por parte de una sociedad? ¿Por qué la brujería parece ser una actividad prácticamente femenina?

A lo largo de las siguientes líneas, me referiré a las brujas como mujeres sabias, intentando poner en valor los conocimientos que desarrollaron y transmitieron y el papel que jugaron en nuestras sociedades.

En primer lugar, hay que indicar que las mujeres sabias eran, ante todo, mujeres emancipadas. Unas estaban casadas, otras no. Unas tuvieron descendencia, otras no. Asumieron un control de sus vidas que no encajaban en el papel asignado para las mujeres en las sociedades en las que les tocó vivir: hija de, esposa de, madre de. Fueron mujeres que vivieron de su propio trabajo en forma de comadronas, médicas o farmacólogas, por ejemplo. Se formaron a partir de la sabiduría popular transmitida de forma oral durante siglos y transmitieron todos sus conocimientos sobre plantas medicinales, técnicas de parto o cuidados de enfermos a otras mujeres. Además, no solo se dedicaron a emplear el conocimiento que les transmitieron. Mejoraron esos conocimientos que se tenían y los ampliaron en otras direcciones. Tal vez, uno de los conocimientos más peligrosos para esa sociedad fuertemente patriarcal que les tocó vivir era el relacionado con el control de la natalidad y métodos abortivos. Ese conocimiento implicaba una libertad sexual para las mujeres que no era bien vista por parte del género masculino. En una sociedad fuertemente patriarcal este grupo de mujeres eran un auténtico peligro para el statu quo. Eran independientes y esa era una amenaza que poco a poco fue tomando cuerpo en una parte de la sociedad, fundamentalmente masculina y de clase social alta. ¿Cómo permitir que una mujer, que debía tener un marido y depender de él, se mantuviera soltera y fuera independiente económicamente? Tal vez ese miedo a una mujer soltera y emancipada hiciese que a las mujeres sabias se las casase con el diablo, una figura masculina al fin y al cabo. No deja de ser irónico que parezca que hasta para hacer el supuesto mal, una mujer necesitaba la presencia y guía de un hombre.

La persecución de estas mujeres sabias debe enmarcarse dentro de una de las múltiples caras que presentó y presenta la guerra de sexos. Las mujeres sabias vivieron en la sociedad de una forma más o menos tranquila hasta el siglo XII. En ese momento se produce el desarrollo de las Universidades en Europa. En estas instituciones educativas las mujeres tenían prohibido el acceso y en su lucha por tener el control en el conocimiento y su aplicación, los hombres empiezan a querer controlar y eliminar la labor desarrollada por estas mujeres durante siglos, fundamentalmente en el campo de la sanidad. Es en este momento cuando empieza la persecución sistemática de su actividad. Es una auténtica guerra sin cuartel y desigual. Hay que tener en cuenta que, en general, estas mujeres sabias se enmarcan dentro de las clases sociales más bajas y rurales. Frente a ellas, se sitúan hombres de las clases sociales más altas y urbanas. La caza organizada contra las mujeres sabias se desarrolló mediante procedimientos bien regulados y respaldados por la ley. Tanto la iglesia como el estado organizaron, financiaron y ejecutaron estas acciones. Por ejemplo, los inquisidores, tanto católicos como protestantes, tenían siempre a mano el libro Malleus Maleficarum, (Martillo de Brujas) escrito en 1484 por los reverendos Kramer y Sprenger. Durante los tres siglos siguientes, todos los jueces e inquisidores, tuvieron este aberrante libro al alcance de la mano.

El libro de la persecución de las mujeres sabias
(Imagen www.hdnh.es)
En una sociedad caracterizada en general por la incultura e intensamente marcada por la religión y la superstición, la presentación de las mujeres sabias como adoradoras del diablo consiguió el efecto deseado. Aquellas mujeres que habían ayudado a sus vecinos durante años pasaron a ser perseguidas, juzgadas y condenadas a muerte por esas mismas personas. El miedo les hizo olvidar que esas mujeres les habían asistido en partos, les habían curado enfermedades o les habían facilitado múltiples remedios naturales para pequeñas dolencias. Todos aquellos analgésicos, digestivos y tranquilizantes que tanto habían ayudado a las clases sociales más bajas durante años pasaron a ser pócimas del diablo. Los preparados de cornezuelo contra los dolores del parto o los de belladona para inhibir las contracciones uterinas ante la posibilidad de un aborto espontáneo dejaron de ayudar a las mujeres de las clases sociales más desfavorecidas en sus partos y embarazos.

Prohibido su acceso a la formación en las Universidades y perseguida la tradición de la enseñanza entre las mujeres sabias, la formación científica de las mujeres se encontrará durante siglos completamente neutralizada. La labor de estas mujeres sanadoras no desapareció pero su persecución hizo que su trabajo se llenase de oscuridad y leyenda que solo trajo calderos, escobas y gatos negros.

Parte de su labor ha llegado hasta nosotros en forma de eso que llamamos remedios caseros y medicina natural. Pero también cabe pensar en cuánto de ese conocimiento adquirido se perdió por el camino y ya no podrá ser recuperado.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

LAS CUENTAS EN MATEMÁTICAS NO SALEN

El 13 de agosto de 2014, la Unión Matemática Internacional entregó la prestigiosa Medalla Field por primera vez en su historia a una matemática llamada Maryam Mizarkhani. La premiada era profesora del departamento de matemáticas de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Habían hecho falta 78 años y 56 premiados masculinos para llegar a este momento. Parecía que esa leyenda urbana sobre la mala relación entre las mujeres y las matemáticas era cierta. Y sin embargo, un informe de 2009 ya ponía en entre dicho esta idea generalizada en la sociedad.
El informe sobre Matemáticas y Género titulado “Género, Cultura y Matemáticas” fue desarrollado por dos investigadoras de la Universidad de Wisconsin, Janet S. Hyde (departamento de Psicología) y Janet E. Mertz (Laboratorio McArdle de investigación sobre el cáncer).

Este artículo revisaba y sintetizaba las actuales evidencias centrándose en las habilidades matemáticas al ser una pieza clave en el estudio de carreras de Ciencias, Tecnología e Ingeniería. A partir de datos actuales de EEUU y el resto del mundo, las investigadoras plantearon tres cuestiones:¿Existen diferencias de género en Matemáticas en la población en general?; ¿Existen diferencias de género para el talento en Matemáticas?; ¿Existen mujeres que posean un gran talento para las Matemáticas? Veamos brevemente cada una de estas cuestiones tratadas en el estudio.

¿Existen diferencias de género en Matemáticas en la población en general?

Las autoras del trabajo ponen de manifiesto que en la década de los años 60 y 70 las habilidades de los alumnos masculinos en Matemáticas aumentaban más rápido que el de las alumnas femeninas en torno a los 12 o 13 años de edad, creando una brecha significativa de género en el rendimiento de la escuela secundaria. Una explicación para esta gran diferencia en la escuela secundaria era que las alumnas se matriculaban menos que los alumnos en matemáticas avanzadas. A falta de esta formación, las alumnas, como era de esperar, obtenían resultados más bajos en los exámenes estandarizados a nivel estatal. Estaba fallando la base matemática, pieza clave en el desarrollo de otros estudios como química, física o las ingenierías. Sin embargo, era lógico pensar que los patrones de género habían cambiado a comienzo del siglo XXI que es dónde se sitúa en estudio. Por ejemplo, las alumnas se matriculan en Cálculo en la escuela secundaria en la misma proporción que los varones. En este nuevo entorno, ¿hay diferencias entre alumnos y alumnas en las calificaciones de Matemáticas? Para dar respuesta a esta cuestión, Hyde y Mertz toman como referencia uno estudio más reciente con datos que representan a unos 7 millones de jóvenes estudiantes de Estados Unidos. En promedio, las diferencias de género en el rendimiento estaban cercanas a cero en todos los niveles. Cuando analizaron el origen étnico, el mismo patrón de similitudes de género se encontró para todos los grupos étnicos estudiados. Por lo tanto, se podía concluir que las alumnas habían alcanzado la paridad con los varones en el rendimiento en matemáticas en los Estados Unidos, incluso en la escuela secundaria, donde existía una importante brecha en décadas anteriores.

La respuesta a esta primera pregunta echaba por tierra uno de los clichés más antiguos entre la mala relación entre las matemáticas y las mujeres. Bajo las mismas oportunidades de formación, y ahí es donde está la clave, las estudiantes femeninas respondían de forma análoga a los estudiantes masculinos.

¿Existen diferencias de género para el talento en Matemáticas?

Como ya se ha indicado, la brecha de género se había ido reducido de manera significativa en los Estados Unidos. Si el estudio se ampliaba a otros países a partir de los datos del informe PISA (Programme for International Student Assessment) de 2003 que se había centrado especialmente en las matemáticas, no se encontraba entre algunos grupos étnicos y en algunas naciones estas desviaciones de género. Todo esto hace plantear a las investigadoras en una conclusión bien distinta: la diferencia de aptitud hacia las Matemáticas se correlaciona con una serie de medidas de desigualdad de género. Por lo tanto, la diferencia de resultados en matemáticas debe ser asociado en gran parte a los factores socioculturales y no a las supuestas diferencias biológicas innatas entre los sexos. Dado que los factores socioculturales son elementos que se pueden cambiar, la solución a la diferencia de resultados está en modificar estos factores socioculturales. Como ya se verá en el capítulo siguiente, los centros educativos y las etapas iniciales de formación son una de las piezas clave en esa modificación.

¿Existen mujeres que posean un gran talento para las Matemáticas?

Si las mujeres han tenido prohibido realizar estudios de doctorado en Matemáticas prácticamente en todas las universidades del mundo antes de la década de 1890, su escasez extrema antes el siglo XX debe asociarse a que muy pocas mujeres han tenido la oportunidad de desarrollar y utilizar su talento matemático. 

Por tanto, la respuesta a esta pregunta es Sí. La aportación femenina al estudio y desarrollo de las Matemáticas ha estado presente desde Hypatia de Alejandría (400 aC) hasta la profesora de la Universidad de Stanford Maryam Mirzakhani en pleno siglo XXI. Entre una y otra podemos destacar las aportaciones de Marie-Sophie Germain (1776-1831), Ada Lovelace (1815-1852), Emmy Noether (1882-1935), Dame Mary Cartwright (1900-1998), Grace Hopper (1906-1992), Julia Robinson (1919-1985) o Marina Ratner (1938-2017). Entre las matemáticas en activo podemos destacar los trabajos de Ingrid Daubechies, Dusa McDuff o Karen Uhlenbeck. 

Tal vez el caso de Emmy Noether sea muy representativo del arduo camino que han tenido que recorrer las mujeres matemáticas a lo largo de su historia. Cuando quiso estudiar matemáticas, no estaba permitido que las mujeres se inscribieran en la universidad. Cuando por fin lo consiguió, solo podía asistir como oyente si el profesor lo permitía. Cuando consiguió terminar sus estudios y empezó a dar clase, lo hizo sin sueldo durante 7 años. ¿Cuántas personas, independientemente de su sexo, serían capaces de superar todos esos obstáculos y salir indemnes? ¿Qué hubiera sucedido si la mente excepcional de Emmy Noether hubiera podido desarrollarse sin tantos socavones en el camino? Emmy Noether gozó de una posición social y económica que le permitió aguantar “tiempos mejores” pero, ¿cuántas mujeres brillantes no gozaron de esa ventaja y se perdieron en el camino?

Conclusiones del estudio
Las investigadoras, Janet S. Hyde y Janet E. Mertz, defienden que los estudios actuales proporcionan evidencias abundantes del impacto sociocultural en el desarrollo y el fomento de las habilidades matemáticas. Por lo tanto, defienden la idea que la desigualdad de género, y no la mayor capacidad masculina, es la razón principal de un menor número de mujeres que sobresalen en Matemáticas en los niveles más altos en la mayoría de los países. Por otro lado, Hyde y Mertz defienden que como la desigualdad de género es compleja abarca múltiples aspectos como son: la propia dinámica en las aulas escolares donde el profesorado proporciona más atención a los alumnos masculinos; consejeros escolares, sesgados por estereotipos, asesorando a las alumnas en contra de cursar estudios de ingeniería; alumnas matemáticamente dotadas que no son identificadas y apoyadas; escasez de mujeres matemáticas, modelos a seguir en las carreras de matemáticas; sesgo inconsciente contra las mujeres en las decisiones de contratación; y ambientes de trabajo hostiles que conduce a mujeres calificadas profesionalmente a desplazarse a favor de los climas de trabajo más amigables.

Maryam Mizarkhani
(www.newyoker.com)
El 15 de julio de 2017, a la edad de 40 años, falleció víctima de un cáncer de mama, Maryam Mizarkhani. La única mujer que había ganado una medalla Field y que había demostrado una visión para las matemáticas única que le había llevado a una fulgurante carrera académica dejó de imaginar las soluciones para la geometría compleja y los sistemas dinámicos, su campos de trabajo. Como afirmó el rector de la Universidad de Stanford, Marc Tessier-Lavigne, “Maryam se fue demasiado pronto, pero su legado permanecerá en las miles de mujeres a las que inspiró. Era una brillante teórica y también una persona humilde que aceptó honores solo en la esperanza de que podrían animar a otros a seguir su camino. Su contribución como académica y como modelo de motivación es significativa y duradera.”

viernes, 22 de diciembre de 2017

EL DIFÍCIL MUNDO DE LA INGENIERÍA

“Cuando atraviesas la puerta de la empresa, podrías pensar que has retrocedido a los años 50. Cuando nos preguntamos por qué las mujeres no estudian más materias STEM en la escuela tal vez deberíamos preguntarnos cómo son tratadas las mujeres cuando finalizan sus estudios superiores del ámbito STEM.” (encuesta a "Mujer blanca" en el estudio de Center WorkLife Law y Society of Women Engineers)
STEM = Science, Technology, Engineering and Mathematics

Mildred Dresselhaus
Faltan ingenieras. Este campo parece estar dominado por los hombres. Si nos fijamos en capacidad, no puedo dejar de pensar en la recientemente fallecida Mildred Dresselhaus (1930- 2017). Prácticamente una desconocida para el público en general (y la invisibilidad es parte del problema) esta brillante ingeniera eléctrica e informática no es que fuera una de las grandes, era una gigante de la ingeniería. Primera mujer profesora titular del MIT. Primera mujer ganadora individual de un Premio Kavli. Primera mujer en ganar la Medalla Nacional de Estados Unidos de Ingeniería. En 2014, de manos del presidente Obama, recibiría la Medalla Presidencial de la Libertad. Coautora de ocho libros, 1700 trabajos y directora de 60 trabajos de doctorado. Los datos son apabullantes, las conclusiones también. ¿Podría ser un verso libre en la Ingeniería? ¿La excepción que confirma la regla? O volviendo a las palabras de la premio Nobel en 1977, Rosalyn Sussman Yalow, y modificándolas para esta situación, “Cualquier cosa que haga una [ingeniera] debe hacerlo el doble de bien que un [ingeniero] para que sea considerada la mitad de buena.”

En 2016, las instituciones Center for WorkLife Law y Society of Women Engineers publicaron un informe basado en una encuesta a más de 3000 ingenieros, hombres y mujeres, titulado “Control del clima: ¿Sesgos de género y raciales en la ingeniería?”. La conclusión final de este informe era que en el campo de la ingeniería, un ambiente tóxico y hostil hace que el ambiente de trabajo sea más duro para las mujeres que para los hombres. Este hecho se apoya en elementos como:

- Las ingenieras deben de estar demostrando de forma continua su valía para lograr el mismo nivel de reconocimiento que sus compañeros debido a la presencia de estereotipos arraigados en la sociedad. En la encuesta, más del 60% de las ingenieras afirmaban sentir esta presión (frente al 35% de los hombres).

- Las ingenieras deben presentar una actitud masculina en el trabajo sin perder su feminidad. De nuevo, los estereotipos arraigados hacen que se crea que la forma de actuar correcta en la industria es la masculina. Pero se quiere además que, como en el arrebato de elocuencia que tuvo el expresidente del gobierno José María Aznar respecto a las mujeres, la ingeniera “sea mujer-mujer”.

- Las ingenieras que tienen hijos son cuestionadas por sus superiores y compañeros masculinos respecto de su competencia y compromiso con la empresa. Eso se traduce en una disminución de las oportunidades para estas mujeres que muchas veces quedan relegadas a trabajos secundarios que no requieren ningún tipo de cualificación profesional.

- Desde la perspectiva de los distintos grupos étnicos, todos los resultados empeoraban para mujeres procedentes de otras culturas diferentes a la norteamericana blanca.

Este ambiente tóxico justifica la menor presencia de mujeres en estos ambientes profesionales. En muchas ocasiones, las mujeres acaban desplazándose hace ambientes más sanos de trabajo aunque eso signifique un trabajo con menor cualificación y reconocimiento lo que se traduce para las empresas de ingeniería, aunque no se den cuenta, en una auténtica sangría de personal cualificado por razón de su sexo. Como indicaba otra ingeniera blanca con 37 años de experiencia en el estudio sobre el ambiente de trabajo “Miro a mi alrededor, en el sector aeroespacial, y descubro que no hay mujeres ingenieras como yo… Simplemente no duran… Desaparecen después de 5 años. Seguimos contratando pero tenemos una alta rotación de personal.” 

Tal vez, unos de los campos de mayor expansión en la ingeniería es el de la informática. Además, debido a la gran demanda de personal en este campo, acaban llegando a él gran número de profesionales, hombres y mujeres, de otros campos de las ciencias en busca de oportunidades laborales. ¿Te imaginas que un código de programación sea capaz de sufrir rechazo por cuestiones de género? Un estudio presentado en mayo de 2017 por la Universidad Politécnica Estatal de California y la Universidad Estatal de Carolina del Norte, nos dice que sí. La conclusión es tan simple como asombrosa: Un código abierto será rechazo con mayor probabilidad si es firmado por una mujer. Este documento, titulado “Diferencias de género y sesgo en el código abierto”, presenta el mayor estudio hasta la fecha sobre el sesgo de género. En él se comparan las tasas de aceptación de las contribuciones de los hombres frente a las mujeres en una comunidad de desarrollo colaborativo de software de código abierto llamada GitHub. Sorprendentemente, los resultados muestran que las contribuciones de las mujeres tienden a ser aceptadas con más frecuencia que las de los hombres. Sin embargo, las tasas de aceptación de las aportaciones de las mujeres son más altas solo cuando no son identificadas como mujeres. Es decir, simplemente ver escrito el nombre de una mujer nos hará rechazarlo más de forma sistemática. Estadísticamente, se obtenía que cuando un código era escrito por mujeres no identificadas se aceptaba un 78% de las veces, frente al 74% de las veces para los hombres. ¿Y si las mujeres se identificaban como tales? Entonces, la tasa de aceptación del código caía hasta el 62%. 16 puntos menos de aceptación.

Los resultados sugieren de forma clara que aunque las mujeres son ligeramente más competentes en general en la programación de código abierto, sin embargo, existe un sesgo en contra de ellas en cuanto su nombre se hace público. ¿Valoración por capacidad o por género? Los resultados dejan poca opción para la duda.