viernes, 22 de diciembre de 2017

EL DIFÍCIL MUNDO DE LA INGENIERÍA

“Cuando atraviesas la puerta de la empresa, podrías pensar que has retrocedido a los años 50. Cuando nos preguntamos por qué las mujeres no estudian más materias STEM en la escuela tal vez deberíamos preguntarnos cómo son tratadas las mujeres cuando finalizan sus estudios superiores del ámbito STEM.” (encuesta a "Mujer blanca" en el estudio de Center WorkLife Law y Society of Women Engineers)
STEM = Science, Technology, Engineering and Mathematics

Mildred Dresselhaus
Faltan ingenieras. Este campo parece estar dominado por los hombres. Si nos fijamos en capacidad, no puedo dejar de pensar en la recientemente fallecida Mildred Dresselhaus (1930- 2017). Prácticamente una desconocida para el público en general (y la invisibilidad es parte del problema) esta brillante ingeniera eléctrica e informática no es que fuera una de las grandes, era una gigante de la ingeniería. Primera mujer profesora titular del MIT. Primera mujer ganadora individual de un Premio Kavli. Primera mujer en ganar la Medalla Nacional de Estados Unidos de Ingeniería. En 2014, de manos del presidente Obama, recibiría la Medalla Presidencial de la Libertad. Coautora de ocho libros, 1700 trabajos y directora de 60 trabajos de doctorado. Los datos son apabullantes, las conclusiones también. ¿Podría ser un verso libre en la Ingeniería? ¿La excepción que confirma la regla? O volviendo a las palabras de la premio Nobel en 1977, Rosalyn Sussman Yalow, y modificándolas para esta situación, “Cualquier cosa que haga una [ingeniera] debe hacerlo el doble de bien que un [ingeniero] para que sea considerada la mitad de buena.”

En 2016, las instituciones Center for WorkLife Law y Society of Women Engineers publicaron un informe basado en una encuesta a más de 3000 ingenieros, hombres y mujeres, titulado “Control del clima: ¿Sesgos de género y raciales en la ingeniería?”. La conclusión final de este informe era que en el campo de la ingeniería, un ambiente tóxico y hostil hace que el ambiente de trabajo sea más duro para las mujeres que para los hombres. Este hecho se apoya en elementos como:

- Las ingenieras deben de estar demostrando de forma continua su valía para lograr el mismo nivel de reconocimiento que sus compañeros debido a la presencia de estereotipos arraigados en la sociedad. En la encuesta, más del 60% de las ingenieras afirmaban sentir esta presión (frente al 35% de los hombres).

- Las ingenieras deben presentar una actitud masculina en el trabajo sin perder su feminidad. De nuevo, los estereotipos arraigados hacen que se crea que la forma de actuar correcta en la industria es la masculina. Pero se quiere además que, como en el arrebato de elocuencia que tuvo el expresidente del gobierno José María Aznar respecto a las mujeres, la ingeniera “sea mujer-mujer”.

- Las ingenieras que tienen hijos son cuestionadas por sus superiores y compañeros masculinos respecto de su competencia y compromiso con la empresa. Eso se traduce en una disminución de las oportunidades para estas mujeres que muchas veces quedan relegadas a trabajos secundarios que no requieren ningún tipo de cualificación profesional.

- Desde la perspectiva de los distintos grupos étnicos, todos los resultados empeoraban para mujeres procedentes de otras culturas diferentes a la norteamericana blanca.

Este ambiente tóxico justifica la menor presencia de mujeres en estos ambientes profesionales. En muchas ocasiones, las mujeres acaban desplazándose hace ambientes más sanos de trabajo aunque eso signifique un trabajo con menor cualificación y reconocimiento lo que se traduce para las empresas de ingeniería, aunque no se den cuenta, en una auténtica sangría de personal cualificado por razón de su sexo. Como indicaba otra ingeniera blanca con 37 años de experiencia en el estudio sobre el ambiente de trabajo “Miro a mi alrededor, en el sector aeroespacial, y descubro que no hay mujeres ingenieras como yo… Simplemente no duran… Desaparecen después de 5 años. Seguimos contratando pero tenemos una alta rotación de personal.” 

Tal vez, unos de los campos de mayor expansión en la ingeniería es el de la informática. Además, debido a la gran demanda de personal en este campo, acaban llegando a él gran número de profesionales, hombres y mujeres, de otros campos de las ciencias en busca de oportunidades laborales. ¿Te imaginas que un código de programación sea capaz de sufrir rechazo por cuestiones de género? Un estudio presentado en mayo de 2017 por la Universidad Politécnica Estatal de California y la Universidad Estatal de Carolina del Norte, nos dice que sí. La conclusión es tan simple como asombrosa: Un código abierto será rechazo con mayor probabilidad si es firmado por una mujer. Este documento, titulado “Diferencias de género y sesgo en el código abierto”, presenta el mayor estudio hasta la fecha sobre el sesgo de género. En él se comparan las tasas de aceptación de las contribuciones de los hombres frente a las mujeres en una comunidad de desarrollo colaborativo de software de código abierto llamada GitHub. Sorprendentemente, los resultados muestran que las contribuciones de las mujeres tienden a ser aceptadas con más frecuencia que las de los hombres. Sin embargo, las tasas de aceptación de las aportaciones de las mujeres son más altas solo cuando no son identificadas como mujeres. Es decir, simplemente ver escrito el nombre de una mujer nos hará rechazarlo más de forma sistemática. Estadísticamente, se obtenía que cuando un código era escrito por mujeres no identificadas se aceptaba un 78% de las veces, frente al 74% de las veces para los hombres. ¿Y si las mujeres se identificaban como tales? Entonces, la tasa de aceptación del código caía hasta el 62%. 16 puntos menos de aceptación.

Los resultados sugieren de forma clara que aunque las mujeres son ligeramente más competentes en general en la programación de código abierto, sin embargo, existe un sesgo en contra de ellas en cuanto su nombre se hace público. ¿Valoración por capacidad o por género? Los resultados dejan poca opción para la duda.

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